De pronto, al tomar la decisión de hacer lo menos espiritual que ha habido en mi camino, me encuentro más desapegada a todo lo material y emocional... el cielo está libre de ataduras y puedo volar tranquila entre los arbustos de sueños y esperanzas!
Así de irónica es la vida, cuando pone frente a nuestros ojos lo que siempre ha estado presente y sin embargo todos lo sabían menos nosotros, los personajes principales de esta historia, contada tantas veces por seres de espuma y humo deformado.
¿Quién puede entonces decir qué es correcto y qué es errado? ¿Quién determina los pasos?
La voz que resuena frente a mis ojos cada cuarto día de equilibrio plateado, me recuerda que soy la dueña de mis decisiones. La música que resuena en mis oídos al caer en cuenta del recuento de detalles olvidados, me da la fuerza para seguir recordando y volver a creer en el amor de antaño.
¡De pronto, todo parece tan fácil y tan claro... sólo nosotros lo habíamos olvidado!: A Dios/Diosa no le interesa una fachada, sino el corazón de cristal tras la máscara de hierro, Dios/Diosa vive en mí, como Yo, porque Yo Soy la que Soy y Esa Yo Soy. ¡Tan simple y tan hermoso que cargamos con la duda de si habremos entendido bien las señales o nos estamos engañando!
En resumidas cuentas... te amo,
por mi, por lo que yo siento,
por lo feliz que me hace experimentar de nuevo emociones extremas
en esta gran oportunidad que es la vida,
porque me has acompañado desde diferentes lugares,
porque me gusta sentirte a mi lado,
porque yo quiero amarte,
porque me emociona el juego de ser humanos,
porque me da la gana sentir latir el corazón cada vez que nos encontramos,
porque no espero nada a cambio,
porque no tenés un nombre ni un rostro,
porque sos una percepción de esta energía que me ha encantado vida tras vida,
porque yo quiero amar-te y amar-me a través de tus ojos,
porque deseo sentir la emoción de cada amanecer a tu lado
aunque no sepa dónde acabemos las tardes de románticas ilusiones y descoloridos poemas preformados,
porque decidí hacerlo cada día, cada semana, cada mes, cada año,
sin detenerme a temer que no correspondás a mi llamado,
pues al final sos sólo esa ilusión en el viento que va y viene con cada luna llena desde hace años
y lo que me emociona es la respuesta bioquímica del ser humano.
¡Namasté por tanto amor disfrutado!
De pronto tuve que venirme al Sur, para recordar quién soy, qué quiero y con qué sueño...
cruzar el ecuador, tomarme unos vinos y cervezas con mate y muzzarella,
escuchar acentos diferentes
y soltar el disfraz de quien murió hace siglos, maldiciendo los dolores de parto,
ser de nuevo la mariposa violeta que cree en duendes y hadas,
compartir con mi otra familia mágica
y disfrutar de la libertad de corazón y alma,
sin temer que repitamos patrones infantiles de abandono
que ya no calzan en el rompecabezas de esta nueva temporada...
De pronto, Moira renace de entre las cenizas bajo el sauce,
quema un poco de lavanda,
come manzanas cosechadas del patio trasero de otras hadas
y ¡simplemente recuerda a lo que vino sin tanto drama!
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