Bajo el arco de colores,
en medio de la complicidad que nos da el conocimiento
y simplemente sabiendo que es un juego,
se trazan las líneas que marcarán esta vida...
No quiero promesas y no prometo nada,
no quiero enlaces de por vida y no te ofrezco ser lo que inicia,
no quiero compras de anillos, ni sueños compartidos,
no quiero la imagen que nos vendieron de niños.
Quiero un beso bajo el sauce de vez en cuando,
por ganas y deseo y no por costumbres de terceros,
quiero un cine y una sonrisa entre amigos,
quiero un verte a los ojos sin prisas
ni esperanzas de olvidos,
quiero que entendás que la prueba es sólo mía sobre mis emociones,
quiero una caricia sin objetivos
cuando me nazca rozarte la piel y se te antoje simplemente sentirlo.
Quiero que no haya malos entendidos:
no soy tu material de novia
pues tengo mis propios requerimientos ya cumplidos,
no sos mi material de cosito
por lo que no sé si habrá un encuentro físico,
somos luces de colores,
somos aromas dulces y atrayentes,
somos sonrisas honestas,
somos cuerpos con almas que se conocen desde siempre,
somos soñadores,
somos poetas histeriqueadores,
soy mujer dueña de mis acciones,
sos hombre con la capacidad de respetar mis decisiones,
y, al final del viaje,
si la amistad se acompaña de madurez emocional,
podemos también ser quienes juegan cuando lo desean
sin lastimar a nadie más.
Comprendí en medio de esta luna sagitariana en creciente,
que del fuego pasional pueden renacer muchas vertientes:
una quema que nos vuelve a enredar con cordones kármicos que ya no deseo alimentar,
una sequía que nos drena la vida,
una búsqueda sin sentido que nunca termina,
un acercamiento pendular que en medio de la bruma algo nos motiva,
o un juego inocente que nos libera de las cadenas y nos pone a compartir sonrisas...
Yo opto por esta última propuesta,
sabiendo que cada uno tiene su pareja,
respetando los momentos de disonancia emocional
y disfrutando simplemente del estar en libertad,
como dos niños-amigos que juegan a dar...
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