Como un sueño llegan las imágenes de colores, sensaciones asedadas, música y emociones. De la nada comprendo la rutina que se vive como una pieza más de esta colección seductora y encerrada. Un grupo más en mi camino ancestral de mujeres sagradas, conviviendo en el aprendizaje de leyes y promesas, siendo elementos del rompecabezas. Se entremezclan los recuerdos de varios momentos de estos encierros. Ahora comprendo lo que me confundía sobre ser sacerdotiza y a la vez estar bajo la autoridad de tu ser en otra vida. Ahora comprendo por qué rompí mis líneas solidarias en función de un deseo externo que de alguna forma me revolvía la vida. Son simplemente las reglas del harén, que ya no aplican. Las líneas de mis facciones guardan un poco del resabio oriental y quizás por eso mi cuerpo siguió la costumbre sin protestar... casi como un juego más. Pero resulta que en el harén también hay jerarquías y estabas irrespetando la mía... o al menos este nuevo fantasma así lo sentía. Ahí pude hilar cabos sueltos, soltar amarres viejos y desenrollar aún más los cordones que van evidenciándose conforme voy avanzando. No me esperaba encontrar con esta vida que nunca había percibido. No creía que pudieran existir nuevos recuerdos en esto de ofrecernos a borrar las deudas a punta del perdón compartido. Pero aquí voy, diciendo adiós al harén, saliendo de las filas del servicio y la seducción, conscientizando que estoy abriendo las puertas a nuevas historias con otra persona y transmutando la culpa que pudo causar tanto amarre irracional o el simple hecho de decir "ya no juego más"
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