miércoles, octubre 31, 2012

Madrugadas en Bariloche compartidas entre verseros

Hoy simplemente los escritos de uno de mis verseros facebookeanos favoritos me llego al alma... 
Recorrí calles y nostalgias mientras su versión de Bariloche en madrugada recorría mi piel 
y me recordaba viejas añoranzas que por fin han encontrado su lugar de origen,
echaron raíces y quieren dejar de buscar perdices...


Bariloche en madrugada

de Osvaldo Solo, el El miércoles, 8 de agosto de 2012 a la(s) 13:19 ·








Otra vez Bariloche en madrugada
odisea de mil noches infelices
un mal cuento sin final de mermelada
ardió Troya y no comimos las perdices.

Por tu canto transido de Sirena
ni me anudo a mi mástil de Ulises
arrorró en sol menor cruel condena

ensordece mis estrofas cuando dicen
falta sangre a la sangre de tus venas.

Otra vez a la escuela de boludos
cuatro vidas, misma pena, igual camino
malparidas las rebarbas del embudo
que me raspan en el alma y el destino.

La cicuta sin azúcar que nos llueve
los apunten y disparen de Aladino
los conjuros son de palo porque duelen
los parientes que te dictan el destino
de candados en tu celda color nieve.

Otra vez el tic tac del almanaque
la anestesia de tu aroma que se esfuma
con su aguja esa dama me dió el jaque
y me arrastro a las sombras de la Luna.

El Domingo suavemente se desgrana
y Penelope teje llantos que la abruman
y la angustia se hace ovillo y muerde lanas
desilacha soledades mientras fuma
el vacio que salpica las ventanas.

El silencio de caricias sin el suero
contra alergias que contagian y sublevan
ni siquiera entre tus brazos es donde muero
y se ahogan en tu fuente mis monedas.

Mi Diosita Atenea dió el ausente
y recurso una vez más Tragedia griega
mi oráculo saltó ayer de tu puente
y no aprendo esas viejas mañas nuevas
siete espadas pero el As está en tu frente.

Desamores anegados y sin puerto
sin feriados de dolor obligatorio
con un ticket a la vida de los muertos
con disfraz de paciente ambulatorio.

Y me juego en un poema a todo o nada
sobre un manto siempre negro de velorio
y resbalan mis palabras oxidadas
en tu beso que fue un lujo transitorio.
Otra vez Bariloche en madrugada...

Osvaldo.


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