La piel se enardece ante el recuerdo de la montaña helada,
suenan las gaitas...
un precipicio nos acerca las palmas,
pero no fue suficiente para el reencuentro de las almas.
Seguí tu marcha...
no es momento de nostalgias,
se trata de danzar con la luz de la luna rodeada de hermanas.
Es simplemente magia,
lo que pueden hacer un grupo de piedras sagradas!
sabemos que nuestras voces alcanzan para resguardarlas
y vamos juntando memorias de curanderas ancianas.
Finalmente el viento del norte se llave tu nombre,
al final de los tiempos volverán los antiguos amores,
pero hoy...
es hora de despertar los sueños,
desempolvar las esperanzas
y dejar que sea el destino quien nos lleve a encontrar de nuevo el camino.
Recuentos de una Mariposa con alas de colores, que recordó su nombre, Moira, al volver a nacer...
viernes, enero 30, 2015
jueves, enero 29, 2015
Colores en el pelo
En algunas ocasiones, los dolores del corazón y las crisis que nos causan momentos de desorientación, hay que dejarlos fluir sin presiones, permitir que encuentren su camino natural hacia el despeñadero de las ilusiones y que al caer al precipicio, se deshagan en burbujas de colores que nos recuerden que "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista" y que poco a poco, si no nos resistimos al cambio, las cosas van retomando su cause normal y nos sentimos más livianos.
Esta es la historia de una mujer con un dolor de corazón que no tendría ni siquiera que haber comenzado, pero como en algún momento del aburrimiento inició su marcha, después no supo cómo pararla y aprendió (a veces por las buenas y muchas otras por las malas), que simplemente tenía que soltarlo.
En una hermosa casa de una sola habitación, de pronto se encontró viviendo el sueño que siempre había deseado, pero no era su momento para disfrutarlo; sin embargo, por temor a perder un gran amor o la oportunidad de crearlo, se dejó arrastrar por la rutina de la cotidianidad compartida y junto con su compañero guardián del alma, construyó dos habitaciones más en la casa, reforzó vínculos afectivos con la inclusión de un hijo canino y se permitió alimentar aquel sueño de un mañana familiar seguro y en confianza. Un día cualquiera, de tareas domésticas y reflexiones terapéuticas, se dio cuenta de que el hogar estaba vacío... su compañero casi había desaparecido sin conciencia y le picaron las ganas de salir volando a conocer nuevos lugares y experiencias.
El alma lloró al comprender que era el momento de partir, se desligó brutalmente de sus ganas de vivir y se dejó arrastrar de nuevo por el ritmo de las aguas, a veces tempestuosas, otras calmas, pero siempre sintiendo que desde el momento en que salió del hogar fantástico constantemente se ahogaba. Intentó volver muchas veces a la orilla segura de su casa soñada, pero cada vez era más difícil olvidar las traiciones que lo habían hecho alejarse sin mirarla y un día decidió que necesitaba poner tierra de por medio para superarlas. Sin saber volar aún, apenas intuyendo cómo mover las alas, permitió que el viento la llevara al sur, a tierras de fuego y espíritu renovado, con la esperanza de sanar y encontrar nuevos caminos de aventuras mágicas.
El sur se convirtió rápidamente en su lugar especial, donde podía librarse de las ataduras del pasado y reconstruir su rostro a punta de sonrisas sin lágrimas. Reforzó su autoestima perdida, jugó un poco a la inocencia renovada, se sintió de nuevo feliz y sin nostalgias. Su compañero guardián no entendiendo bien lo que pasaba pretendió obligarla a volver a casa, pero su corazón blandió la bandera de la libertad y olvidando que alguna vez soñó con crecer siempre juntos, se alejó aún más del punto de retorno y decidió vivir permanentemente en el espacio que le curó el alma. No podía comprender en ese momento, que no se trataba de lugares físicos, sino de conexiones álmicas.
Como todo lo que no se aprende se repite, en el sur también halló la energía de su compañero guardián, con diferentes rostros, nombres y formas de actuar. Algo los conectaba sin embargo, y en el fondo de su corazón resurgían las ganas de recuperar el sueño perdido, revivir los recuerdos de antaño y compartir la vida con quien no causara más daño. Como no había aprendido aún la importancia de disfrutar su felicidad, tampoco se encontraba con personas que fueran realmente felices. Como seguía esperando que alguien más la sanara y rescatara del aburrimiento, atraía personas aburridas de sus vidas que esperaban ser sanadas por alguien más y no se hacían responsables de sus acciones. Un brujo paterno le recomendó hacer una lista de las características imprescindibles que debía tener el nuevo rostro de su compañero guardián y ella reconoció carencias importantes en sus propias formas de crecimiento interior... lo que hacía que siguiera repitiendo errores y atrayendo personas inestables a su vida anímica, que perdían de vista la forma de completarse primero y después buscar compañeras.
En el último trayecto de su recorrido por el sur, un antiguo compañero de camino le recordó lo hermoso de compartir la cotidianidad y cómo deseaba estar en pareja una vez más, pero como aún no había salud emocional en ninguno de los dos, la brecha del silencio se abrió y cayeron ambos en la conocida desolación. Se perdieron en el contacto de los cuerpos, olvidando la trascendencia de amar sin reproches ni altibajos. El corazón volvió a investirse de dolor y gritó al cielo por la "injusticia" de colocarla de nuevo al borde de la locura, pero esta vez algo se había integrado diferente y cuando se encontró llorando rompió a reír. Reía de su propia cobardía para amar, reía de sus ganas infantiles de poseer a otro ser, reía de su absurda necesidad de demostración de afecto y comprendió lo que el brujo mayor le había intentado enseñar: primero su alma tenía que sanar, eso haría que soltara cualquier temor y dolor y atraería la energía de su compañero maduro, feliz y seguro.
Se quitó de encima treinta años de dolor en el corazón, se sintió liviana y con posibilidad de crear nuevos caminos, percibió la liviandad que el desapego ofrece a quienes confían en el fluir de la vida y se permitió disfrutar de los cambios que el destino le vaya poniendo sobre la mesa. Va paso a paso, sin querer tener todo al mismo tiempo ni con temor de perderlo. Ya no está en el sur, ahora sus pasos la mueven a través del tiempo circular sin prisas, estableciendo prioridades según sus deseos y no sus miedos ancestrales. Tiene varios deseos y no sólo uno. Puede ser flexible en el orden, aunque sabe que no va a abandonar ninguno.
Primer deseo (básico y en ejecución actualmente): Cambiar de carrera y conectar con los libros en ambientes sagrados... las bibliotecas. Segundo deseo (en proceso paso a paso): Disfrutar del momento, sin importar cómo salgan las cosas, dónde esté o quién quiera participar de la felicidad. Tercer deseo (que libremente puede ir dando forma al cuarto): Establecer un vínculo sano de pareja con alguien que esté feliz con su vida y comprenda la importancia de respetar la felicidad del otro, compartiendo desde el cotidiano los detalles que hacen de una relación algo hermoso, un espacio de reposo donde ambas partes se refugian para recuperar fuerzas y continuar disfrutando de su vida día a día. El cuarto deseo (aún sin forma específica, pues puede abarcar cualquier parte del planeta) es formar el hogar de nuevo, un lugar de amor verdadero, de pasión y química con el compañero, de disfrute del niño interno de cada uno, de construcción de sueños en conjunto, de cumplimiento de responsabilidades lúdicas como adultos.
Esta mujer ya no tiene el corazón adolorido, ahora simplemente sonríe al ver un arco iris, pues recuerda que siempre hay esperanza frente a los cambios y las crisis pueden ser oportunidades para renacer como el ave fénix. Ahora tiene un corazón de colores que se deja guiar por el viento, el agua y las flores... las piezas se van acomodando, sin presiones y recuerda a la mujer con el pelo de colores que la encontró al concentrarse, para mostrarle cómo iba a ser su vida en adelante!
Esta es la historia de una mujer con un dolor de corazón que no tendría ni siquiera que haber comenzado, pero como en algún momento del aburrimiento inició su marcha, después no supo cómo pararla y aprendió (a veces por las buenas y muchas otras por las malas), que simplemente tenía que soltarlo.
En una hermosa casa de una sola habitación, de pronto se encontró viviendo el sueño que siempre había deseado, pero no era su momento para disfrutarlo; sin embargo, por temor a perder un gran amor o la oportunidad de crearlo, se dejó arrastrar por la rutina de la cotidianidad compartida y junto con su compañero guardián del alma, construyó dos habitaciones más en la casa, reforzó vínculos afectivos con la inclusión de un hijo canino y se permitió alimentar aquel sueño de un mañana familiar seguro y en confianza. Un día cualquiera, de tareas domésticas y reflexiones terapéuticas, se dio cuenta de que el hogar estaba vacío... su compañero casi había desaparecido sin conciencia y le picaron las ganas de salir volando a conocer nuevos lugares y experiencias.
El alma lloró al comprender que era el momento de partir, se desligó brutalmente de sus ganas de vivir y se dejó arrastrar de nuevo por el ritmo de las aguas, a veces tempestuosas, otras calmas, pero siempre sintiendo que desde el momento en que salió del hogar fantástico constantemente se ahogaba. Intentó volver muchas veces a la orilla segura de su casa soñada, pero cada vez era más difícil olvidar las traiciones que lo habían hecho alejarse sin mirarla y un día decidió que necesitaba poner tierra de por medio para superarlas. Sin saber volar aún, apenas intuyendo cómo mover las alas, permitió que el viento la llevara al sur, a tierras de fuego y espíritu renovado, con la esperanza de sanar y encontrar nuevos caminos de aventuras mágicas.
El sur se convirtió rápidamente en su lugar especial, donde podía librarse de las ataduras del pasado y reconstruir su rostro a punta de sonrisas sin lágrimas. Reforzó su autoestima perdida, jugó un poco a la inocencia renovada, se sintió de nuevo feliz y sin nostalgias. Su compañero guardián no entendiendo bien lo que pasaba pretendió obligarla a volver a casa, pero su corazón blandió la bandera de la libertad y olvidando que alguna vez soñó con crecer siempre juntos, se alejó aún más del punto de retorno y decidió vivir permanentemente en el espacio que le curó el alma. No podía comprender en ese momento, que no se trataba de lugares físicos, sino de conexiones álmicas.
Como todo lo que no se aprende se repite, en el sur también halló la energía de su compañero guardián, con diferentes rostros, nombres y formas de actuar. Algo los conectaba sin embargo, y en el fondo de su corazón resurgían las ganas de recuperar el sueño perdido, revivir los recuerdos de antaño y compartir la vida con quien no causara más daño. Como no había aprendido aún la importancia de disfrutar su felicidad, tampoco se encontraba con personas que fueran realmente felices. Como seguía esperando que alguien más la sanara y rescatara del aburrimiento, atraía personas aburridas de sus vidas que esperaban ser sanadas por alguien más y no se hacían responsables de sus acciones. Un brujo paterno le recomendó hacer una lista de las características imprescindibles que debía tener el nuevo rostro de su compañero guardián y ella reconoció carencias importantes en sus propias formas de crecimiento interior... lo que hacía que siguiera repitiendo errores y atrayendo personas inestables a su vida anímica, que perdían de vista la forma de completarse primero y después buscar compañeras.
En el último trayecto de su recorrido por el sur, un antiguo compañero de camino le recordó lo hermoso de compartir la cotidianidad y cómo deseaba estar en pareja una vez más, pero como aún no había salud emocional en ninguno de los dos, la brecha del silencio se abrió y cayeron ambos en la conocida desolación. Se perdieron en el contacto de los cuerpos, olvidando la trascendencia de amar sin reproches ni altibajos. El corazón volvió a investirse de dolor y gritó al cielo por la "injusticia" de colocarla de nuevo al borde de la locura, pero esta vez algo se había integrado diferente y cuando se encontró llorando rompió a reír. Reía de su propia cobardía para amar, reía de sus ganas infantiles de poseer a otro ser, reía de su absurda necesidad de demostración de afecto y comprendió lo que el brujo mayor le había intentado enseñar: primero su alma tenía que sanar, eso haría que soltara cualquier temor y dolor y atraería la energía de su compañero maduro, feliz y seguro.
Se quitó de encima treinta años de dolor en el corazón, se sintió liviana y con posibilidad de crear nuevos caminos, percibió la liviandad que el desapego ofrece a quienes confían en el fluir de la vida y se permitió disfrutar de los cambios que el destino le vaya poniendo sobre la mesa. Va paso a paso, sin querer tener todo al mismo tiempo ni con temor de perderlo. Ya no está en el sur, ahora sus pasos la mueven a través del tiempo circular sin prisas, estableciendo prioridades según sus deseos y no sus miedos ancestrales. Tiene varios deseos y no sólo uno. Puede ser flexible en el orden, aunque sabe que no va a abandonar ninguno.
Primer deseo (básico y en ejecución actualmente): Cambiar de carrera y conectar con los libros en ambientes sagrados... las bibliotecas. Segundo deseo (en proceso paso a paso): Disfrutar del momento, sin importar cómo salgan las cosas, dónde esté o quién quiera participar de la felicidad. Tercer deseo (que libremente puede ir dando forma al cuarto): Establecer un vínculo sano de pareja con alguien que esté feliz con su vida y comprenda la importancia de respetar la felicidad del otro, compartiendo desde el cotidiano los detalles que hacen de una relación algo hermoso, un espacio de reposo donde ambas partes se refugian para recuperar fuerzas y continuar disfrutando de su vida día a día. El cuarto deseo (aún sin forma específica, pues puede abarcar cualquier parte del planeta) es formar el hogar de nuevo, un lugar de amor verdadero, de pasión y química con el compañero, de disfrute del niño interno de cada uno, de construcción de sueños en conjunto, de cumplimiento de responsabilidades lúdicas como adultos.
Esta mujer ya no tiene el corazón adolorido, ahora simplemente sonríe al ver un arco iris, pues recuerda que siempre hay esperanza frente a los cambios y las crisis pueden ser oportunidades para renacer como el ave fénix. Ahora tiene un corazón de colores que se deja guiar por el viento, el agua y las flores... las piezas se van acomodando, sin presiones y recuerda a la mujer con el pelo de colores que la encontró al concentrarse, para mostrarle cómo iba a ser su vida en adelante!
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