Cuando el viento sopla aires del norte y la nostalgia se cuela por las rendijas de la piel, solo el recuerdo borroso de un brillo en los ojos cuestiona la cordura de esta sensación atrayente.
Aún no entiendo los altibajos, los cambios de ánimo, los acercamientos, el por qué de seguir viéndonos, pero un algo en las imágenes oníricas mantiene viva la fantasía del algún día, en otra vida, cuando hayamos sanado las heridas.
Mi conciencia se relaja al soltar melancolías y se estira tranquilamente cuando el corazón tiene nuevos horizotes presentes, pero siempre vuelvo... siempre caigo en picada después de un par de vueltas al calendario, siempre se mantiene la conexión álmica que me altera los anhelos inconscientes... y me encuentro recordando, fantaseando, soñando, extrañando.
Es un sin sentido en este mundo racional que me colma el día, y al pensarlo tengo tan claras las razones para no pasar el límite, para no buscarte de camino a casa, para no compartir un café a media tarde o un baile en fin de semana. Además no miento cuando digo que me alegro de que encontrés consuelo en otro corazón fanático de tus desvelos, pero tampoco puedo ignorar el salto que da el mío, al saberte en búsqueda sin hastío de un ideal imaginario que mantengo a raya de cualquier indicador emocional de romanticismo.
En las noches de espacio personal, en las historias mágicas, en los encuentros amistosos de tensión silenciosa e inintencionada, cuando tus manos rozan sin pensarlo mi piel o tu aroma le llega a mis pulmones desprevenidos... es ahí cuando la razón no me alcanza para entender y busco respuestas que nunca calman la ansiedad que siente mi alma.
Me convenzo de que todo esto tiene un objetivo, de que podemos trascender patrones viejos que nos dañaron, de que el vínculo es unidireccional y no te das cuenta de mi energía alterada en ciertos días, pero luego me dicen que sí lo notás, que incluso puede que estés luchando igual y, mi niña mariposa que ha renacido mil veces, quiere sentarse a esperar, ingenuamente, ilusamente, porque sabemos que si no viniste antes, en tiempos de libertad, ya no vendrás.
¿Y qué haría si vinieras? Me paralizo de pensarlo, mi cuerpo no soportaría tanta ansiedad, tanto sentimiento, tanta verdad... creo que si nos hacemos realidad todo se termina y aun me queda la amistad.... que me permito teñir de cercanía de vez en cuando y quizás baje mis escudos dos centímetros para dejarte entrar.
Soy, sos, somos, pero en otra vida, cuando volvamos a empezar. O, en ésta, si lográramos sintonizar sin expectativas viejas.
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