sábado, mayo 04, 2013

Cuánto hubiera deseado...

Hace unos meses hubiera dado mi vida entera por esta frecuencia de saludos, por la cantidad de besos incrustrados en cada mensaje que sale de tus labios, por las promesas de encontrarnos y las propuestas de juegos más allá del momento cotidiano...

Hoy, aunque no me guste aceptarlo, sos la tercera opción que puede calmar mis ansiedades, pero prescindible si mi corazón es correspondido en aquellos brazos. Hoy, un "buen día" rodeado de emociones a las seis de la mañana, me sube el ego, me alegra el despertar, pero no me altera el alma, más bien me pone a pensar...  ¿cómo manejo la respuesta para no comprometer mi vuelta?

Cuánto hubiera deseado hace muchas semanas, que tu presencia estuviera en mi vida cotidiana a como vos queres manifestarte ahora, levantándome con tus palabras al lado de mi cama y despidiéndonos por la noche con suspiros de almohada... pero no se dio, dejaste que el frió y la distancia apagara cualquier esperanza y, aunque mantuviste tu promesa de contacto y alimentaste los meses que han pasado, la realidad de lo que somos le ganó a la locura de la conexión que alguna vez soñamos...

Por eso y por mucho más querido amigo sureño, seguirás siendo mi sabor preferido a fresa, mi soldadito en caballo de madera, mi cambio de vida transmutado, quien me enseñó que la milicia no es sinónimo de violencia y que existe la ternura junto con la pasión si uno lo desea; seguirás siendo una excelente opción de amistad con derechos cuando yo lo quiera, un recuerdo de hermosa insistencia, un maestro de mis límites y de mi fuerza; quien desata mis peores demonios y me reconectó con mi esencia, mi "nene" de una noche cualquiera.


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Cuando soñamos las cosas parecen más reales...

el sueño nos conecta con nuestro mundo interno