La magia se respira a nuestro lado, la magia se palpa con las manos. Converso con un compañero álmico recién encarnado que me elige para abortarlo y me permite sanar tantas heridas del pasado, solicito al universo participar de un hermoso programa de radio y horas después me ofrecen conducirlo sin mucho pensarlo, fantaseo mientras duermo con la idea de casarme sin ataduras emocionales y recibo noticias de amigos que lo mismo han pensado.
Es simplemente mágico cómo se acomoda el universo cuando nos permitimos dejarlo, cuando no cuestionamos si estará bien o mal accionar basándonos en deseos infravalorados, cuando lanzamos a la vida peticiones sin mucho esfuerzo de creación conciente y cuando nos damos cuenta ya se está manifestando.
Después de putear un rato al cielo por tanto dolor de desapego, después de maldecir una y mil veces mi eterna indecisión nostálgica en los peores momentos, después de dejarme vivir el día a día sin culparme por un mañana inexistente aún, viene mi hadita caribeña, mi brujita de miel y almendras, y me dice que todo puede arreglarse, que existen soluciones maravillosas para situaciones de aprendizaje álmico.