Caigo en cuenta de esto y puedo verlas como si fueran una nodriza controladora, castigadora, reprimida, que desea contener dentro de sus normas prejuiciosas a la niña deseosa de jugar, a la adolescente que se rebela contra las estructuras aburridas y pudorosas del mundo adulto y a la mujer que busca quitarse de encima los cinturores de castidad y las mordazas que la han mantenido callada y conducida por un camino de máscaras hipócritas y censura social.

Así que le hablo a mi mandíbula, le digo que podemos mostrar el rostro sensible sin que nos duela, sin tratar de sostenerlo a punta de torturas correctoras y daño destructivo de nosotras mismas, podemos hacerle saber al mundo que somos sensibles y, aunque alguien nos rompa el corazón, como intentó mostrasrme a través de las experiencias del pasado cercano, es más hermoso, satisfactorio y refrescante ser quienes somos, disfrutar de serlo y amarnos hasta que se nos partan los huesos, que vivir eternamente encerradas en el castillo de hielo que oculta al corazón de alcachofa que tanto protegemos.
Sí... tengo un rostro sensible, tengo una personalidad que desea amar y ser amada sin límites, tengo el sueño de integrar la pasión con el amor sin temor al dolor y hacerlo con quien también se permita esta forma de expresión... bienvenidas sean las nuevas aventuras en este vuelo de la mariposa que de vez en cuando se sumerge en océanos de emociones y se tranforma en sirena sensual y no tan buena...
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