jueves, marzo 01, 2012

Vino blanco, tomate, kuhen y Depeche mode ...

Bajo por la vereda de tu piel, me encuentro con un duende que me indica el camino a seguir y de pronto me despierto entre un suspiro y un mensaje sin sentido que me hace recordar por qué vine hasta aquí ... quiero olvidar, quiero crecer, dejar de ser la niña que rescatás de las tormentas o quien no puede entender más allá de la razón y te espera al final del camino del corazón; un corazón de alcachofa que se cansó de suponer tras las máscaras virtuales que ocultan sentimientos, intenciones y deseos, dejando a la imaginación lo que quiere el cuerpo.

Y me pregunto... qué tan loca pude estar para asumir que las respuestas eran para mí? Qué esperaba mi ser que pasara si realmente no sé lo que quiere mi alma en esta encarnación? Pero un algo brinca en mi pecho cuando recuerdo que sí hubo un intercambio de palabras con hilo conductor, donde yo expresé mi nueva admiración y expliqué las razones de cambiar mis objetivos y vos reclamaste la redirección del antojo y respondiste ante mis palabras de asombro.

Pero en medio de estas elucubraciones que me encierran de vez en cuando, frente a la terraza sureña el Sol se oculta tras la bahía, sopla el viento que me trae el aroma de nuevos amaneceres, escucho voces con acento que me ayudan a reencontrar el sendero, vislumbro caminos con sabor a chocolate y me detengo por un momento a contemplar a aquellos que me he ido encontrando con los años de despertar y conciencia álmica. Me recordás que el sauce sigue esperando mi compañía, que el mate sabe mejor cuando reímos juntos y que sos un pie a tierra para este cerebro que se complica muchas veces la vida. Corremos juntos? Mejor volamos mientras la música nos ambienta las lágrimas y nos devuelve el sabor a tierra mojada y besos adolescentes, pues ya no nos queda nada, sólo las alas!

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