El roce de una mano onírica al subir por la piel,
la sonrisa que el conecte de los ojos deja entrever,
un abrazo en medio de brumosos sueños
y escuchar despierta propuestas de momentos.
Creo que simplemente quiere suceder,
ya no importa cuánto trate de esquivarlo,
porque han pasado siglos y años sin avance en el cambio
y ahí sigue estando ...
esa atracción de las almas,
esa necesidad de compartir algo que nos llama,
ese sonido en medio del silencio,
un egregor de promesas de otros tiempos.
Ya no le pongo mucha cabeza,
dejo que sea el cuerpo quien avance,
tratando de proteger al corazón del pronosticado desastre.
Es una vida más de repetición incuestionable,
es otra vuelta del ciclo irrefrenable,
quizás se trate de cerrar por fin los pendientes dolorosos,
sabiendo que sobrevivimos esta vez a la separación
sin morir en el intento como tantas veces sucedió.
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