lunes, septiembre 26, 2011

Cayendo del árbol

Pasan los años, cambia la vida, poco a poco las personas se mueven en esta rueda infinita, donde algunos se alejan, otros están cada vez más cerca y unos cuentos somos los que nos damos cuenta. Si no avanzo, este universo me bota a la fuerza y así me quedo: sin contenedor que me cargue maletas, con la decisión a cuestas de qué puerta usar para entrar al sueño sureño que me tienta, con una sonrisa a medias que me despide sin prisa y una urgencia de cierre que añora lo que no puede. Alzo el vuelo, salgo danzando, puliendo necesidades humanas y escuchando señales que guían mis pasos. Contra viento y marea algo me dice, que debo seguir moviendo mis pies sintiendo y no pensando, pues mi mente me lleva a buscar la comodidad que al final me va a hacer caer más duro del árbol y este universo tramposo no le da tregua a mi corazón desbocado.

Me quito el velo de los ojos
no te veo más que de reojo
me siento a esperar que pase la emoción del reencuentro
y mientras tanto te digo al oído lo que pienso...

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Cuando soñamos las cosas parecen más reales...

el sueño nos conecta con nuestro mundo interno