Origen de la nostalgia

Cuando por las noches no alcanza con un cuerpo sin nombre,
o las manos que te rozan se perciben gélidas e insensibles
aunque intenten descubrir los puntos álgidos del desborde,
cuando unos labios son simplemente una sumatoria
en la lista interminable de sabores,
o en los ojos que te miran con deseo no ves el alma que se esconde,
cuando pueden haber mil palabras cariñosas
pero extrañás la voz que repite tu nombre,
o el gemido que responde
no va acorde con la imagen que aparece de repente,
cuando te han advertido que ya no es tiempo de jugar a las escondidas
pero igual te perdés en medio de las noches sin salida,
cuando uno a uno van cayéndose las muros de hielo,
se acerca más peligrosamente a tu piel el fuego,
te das cuenta de que no se trata de rostros ajenos
sino de una conexión de sentimientos,
es ahí, por una fracción de segundo, cuando lo pienso...

¿será posible unir la pasión con el romance?
¿será que temo olvidarme de mis responsabilidades?
¿será que aguardo a un desconocido alguien?
entra entonces la nostalgia vestida de roja,
acompañada de la culpa por el reciente desalojo al corazón,
continúo moviéndome al ritmo de los brazos que rodean mi cintura
y trato de parar por un momento el cuestionar a mi niña interior,
que grita en el fondo del salón para que no me olvide de tus recuerdos,
teme verse sola frente a la posibilidad real de tus emociones
e intenta irse por la tangente
inventándose razones que la hagan desaparecer del presente.

Es sólo una noche más,
como tantas otras en que salimos a cazar,
pero esta luna se empeña en que recuerde
algo muy parecido a lo que podría ser un hogar,
sin tiempo, sin espacio,
simplemente donde cuando sueño estás...