miércoles, octubre 17, 2012

Recuentos entre mujeres que brillan

Sentadas alrededor del fuego sagrado, las mujeres brillantes compartimos experiencias que nos llevan de las risas a las lágrimas y de regreso a las carcajadas. Sabemos quiénes somos, la fuerza que tenemos, lo que nos compromete con la vida, aquello que nos paraliza y debemos integrar de nuestras sombras humanas. Recorremos historias de amores frustrados, idealizados, olvidados, repudiados, añorados, nostálgicos, caóticos, revolucionarios, temidos, adorados, prohibidos, decepcionantes, fantásticos, mágicos y de toda índole, que el corazón de la diosa nos ha dejado conocer.

Son estas conversaciones femeninas, tan temidas por el género opuesto, en las que vamos comparando y eligiendo lo que quieren formar nuestras manos y lo que los cuerpos van caminando, avanzando por los senderos de brazo en brazo, de labio a labio y de corazón a corazón.

Nos acordamos entonces de rostros, palabras, gestos, sabores, olores, brillos, pieles y alguno que otro nombre, pero en el fondo estamos conscientes de que son simplemente diferentes manifestaciones de una misma fuerza universal, que nos empuja a buscar en la mirada del otro, lo que nuestra propia alma nos quiera  reflejar.

No importa entonces la cantidad de encuentros, o la variedad de personajes que permitamos adentro, sino la capacidad de reconocernos, de conectarnos con nuestros niños internos, sintiendo juntos, sonriendo juntos, soñando en compañía de quienes logran atravesar las murallas de los corazones de cristal, de aquellos que conjugan las palabras exactas; rozan una mano, un labio, una espalda, un vientre, un pecho, un brazo, de la forma adecuada cuando menos lo pensamos.

Una a una vamos entretejiendo las historias de estos corazones, que muchas veces han cicatrizado a punta de olvidos y nuevas ilusiones, pero que guardan de vez en cuando una herida profunda de algún amor roto... de esos que nunca se logran borrar del todo... y ahí simplemente les decimos ¡hasta pronto!


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Cuando soñamos las cosas parecen más reales...

el sueño nos conecta con nuestro mundo interno