En medio de los cortes que como aprendiz del sendero realizo, el soltar un deseo abrió de nuevo las puertas de aquel paraíso, pero resulta que ahora es un paraíso extraño, ajeno, poco emocionante, que se siente de pronto impuesto y medio aburrido....
Sueño...
Moira escala su montaña, pero esta vez no va en solitario, la acompañan uno de sus compañeros álmicos y su hermana. Los tres comprometidos con las tradiciones de la Diosa, dejan en una gruta del camino ofrendas para la creadora de vida sagrada. Saben que el aliento ofrecido va más allá de un simple cumplido... es su compromiso. Descienden a rapel poniendo pies en tierra y se encuentran con su comunidad de costumbre, compartiendo alrededor de un fuego transmutador que conecta sus chakras raíz con su amada Gaia.
El compañero-mago da vueltas ansioso por el campamento, buscando el momento apropiado para acercarse al grupo y la hermana de Moira con tedio en la voz, pone en evidencia que no se detendrá hasta "conseguirlo". ¿Qué desea conseguir? ¡El rol asumido por su espíritu! Ante estas palabras decide accionar su parte humana y levanta a Moira del suelo tirando de su mano. Ambos caminan juntos hacia un costado del campamento y con resignación aceptan un destino impuesto por terceros...


¿Qué deseo? Esta pregunta queda suspendida en el aire, entre un abrir los ojos con las últimas imágenes oníricas y el primer aliento del despertar por la mañana, que llenan mi alma de hermosas esperanzas... hasta que caigo en cuenta de que es un día más sin saber si aún existirás. Inhalo y exhalo, recordando cómo se siente un palpitar de corazón, que me pueda guiar a contestar con honestidad... Deseo...
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