miércoles, noviembre 21, 2012

Mágicamente

Hoy, entre un duende, un mago y una bruja sureña, me recordaron cómo brilla realmente la luz en la Tierra y por qué elegimos encarnar en ella. Resonó en mi alma la pregunta que hicieran... "¿Qué es lo que no termina de alcanzarte?" "¿Qué estás esperando que pase?" Caí en cuenta de que sigo arrastrando la imagen de la pareja mágica, la familia mágica, la hija mágica. Aquel grupo de idealizaciones que alguna vez se clavara en mi memoria, pero que debo traducir en humanas ahora. "Dejá que fluya", fue su consejo... "dejá que las cosas pasen de nuevo". "No cerrés las puertas de los sueños y dejá que el amor se acerque por caminos ajenos".

Simplemente eso.... dejar que la vida me lleve por los senderos que temo, sin controlar los finales que no puedo. Reconocer la magia en cada suceso, aunque no provenga de quienes mágicos considero. Soltar las estructuras que me impiden ver a lo lejos y reconocer que realmente lo quiero... no por una promesa, no por una nostalgia, sino porque disfruto del juego.

De nuevo la voz adentro de mi cuerpo, me dice que ya no quiere... pero esta vez es más amplia aún. Ya no quiere irse por los tejados huyendo de las demostraciones de afecto; ya no quiere sentirse lejos de quienes le tienden la mano; ya no quiere desconfiar del sexo opuesto; ya no quiere dejar de mostrarse sin máscaras de hielo... y esto último me desata un palpitar de corazón de alcachofa, que hoy dijo adiós de la manera más honesta que encontró, explicando recuerdos pasados que quizás su complemento no entendió, pero que le dieron la paz de compartir las razones abiertamente más allá de una emoción.

Sí quiero sentir amor, pero ya no exijo que sea perfecto, sólo que me despiete el cuerpo, que me mueva el corazón, me bote las ideas y me respete la paz interior que tengo. Sigo siendo esta bruja que ha salido de la crisálida y ha enfrentado a sus demonis internos, pero ahora sé que la magia se encuentra en cada beso, en cada pensamiento, en cada encuentro, en cada sueño... sin importar la naturaleza que origina el sentimiento.


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Cuando soñamos las cosas parecen más reales...

el sueño nos conecta con nuestro mundo interno